miércoles, 22 de enero de 2014

Qué lindo cuando te raptan los extraterrestres

Quiero que me rapten los extraterrestres para no tener que ir a pedir trabajo.
Quiero conducir mi auto por la carretera durante toda la noche
y que me acosen los extraterrestres,
que tomen el mando de mi vida y que me escolten hasta superar el miedo
me encierren en un lugar seguro
donde no haya más que paz y amistad.
Entonces un día, después de muchos años,
me soltarán la mano en el desierto.
Yo buscaré las luces de las ciudades
y volveré como un agente secreto de otro planeta

que olvidó sus instrucciones.
Tras el rescate los sobrevivientes habían atraído las miradas del mundo, de ser los olvidados de la sociedad de pronto pasaron a ser vistos como celebridades y hasta semi-dioses. Mientras se recuperaban en el hospital de Santiago, un periodista extranjero caminó por la cornisa y consiguió entrar por la ventana a la habitación de Gustavo Zerbino. Una vez adentro le ofreció varios miles de dólares por un testimonio exclusivo. Zerbino le respondió que no tenía frío. El periodista, que no hablaba bien el idioma, supuso que se había expresado incorrectamente y volvió con un traductor chileno. Le hizo el mismo ofrecimiento pero duplicando la cifra. Zerbino le volvió a responder lo mismo: “No tengo frío. Lo que pasa es que en Los Andes usábamos los dólares para prender fuego. Ahora no los necesito porque no tengo frio”.
Roberto Canessa y Fernando Parrado, sobrevivientes del accidente  aéreo de Los Andes, caminaron durante 10 días cruzando las montañas más altas de la cordillera para llegar a los verdes valles de Chile.  En los momentos de debilidad durante la marcha, para darse animos, Fernando le decía a Roberto que hiciera de cuenta que iba paseando y mirando vidrieras. También gritaban los nombres de las chicas de las cuales estaban enamorados antes del accidente, y los nombres retumbaban y hacían eco en la majestuosidad de las montañas, mezclándose con el rugido de los aludes.