lunes, 22 de abril de 2013

es muy tarde y escribo poesía
no como un joven si no como un viejo poeta,
ancestral, de mil años.
ya no robo cosas de traducciones automáticas de google.
ahora ahondo en la profundidad de mi ser
buscando conceptos substanciales.
por ejemplo: seguro que hay sol mañana.
apuesto a que hay sol mañana.
pase lo que pase seguro que hay sol mañana.
sólo estoy a un día de distancia.

Los clientes se mueven como en un baile por todo el local
viendo cosas, tocándolo todo
son movimientos tensos y rígidos, casi de artes marciales
afuera los hijos de las clientas matan hormigas, las pisotean.
quiero correr a gritarles No maten a las hormigas!
Todas las noches vuelvo del trabajo y ceno con mi mamá.
después casi siempre nos sentamos a ver en la televisión
la repetición de una exitosa novela colombiana del 2004.

Esa es mi vida, y si no les gusta tengo otras.

viernes, 8 de febrero de 2013


Cuando era joven mi piel era blanca como el papel.
Nunca estaba al sol.
Recuerdo claramente cómo era todo.
Vivía en casa de mi abuela.
Dormía en el living.  No tenía una habitación.
Durante la noche, desde mi cama,
podía oír el crujir del viejo mueble familiar
que contenía la vajilla de varias generaciones.
Afuera los gatos peleaban en los tejados.
Cada tanto mi abuela golpeaba fuertemente la pared.
En el ambiente todavía se podía sentir el aroma al café de la cena.
Se sentía bien ese orden nocturno, esa seguridad.
Yo luchaba por no dormirme,
por prolongar esos minutos antes del sueño.
Luchaba en silencio y petrificado, en la oscuridad,
para que la mañana no llegara tan rápido,
para demorar un poco el futuro,
arrebatador y sospechosamente trágico.

viernes, 1 de febrero de 2013


Petrificado con mi carro en el supermercado.
No quiero nada pero necesito de todo.
Camino lentamente hacia la esquina de los cereales.
Sólo ahí me siento seguro.
Miro las cajas coloridas y fuertes.
Ellas representan la salud y la felicidad
Pequeñas cajas de autoayuda.
Todos esos personajes dibujados,
 los animales antropomorfos,
como líderes de una antigua dinastía zen.
Ellos poseen la verdad.
La esperanza es lo mejor que tenemos, nos dicen.
Las cosas buenas duran para siempre.
Nos pasamos los días planeando el futuro.
El futuro nos hace confundirnos, pienso
mientras soy escoltado hasta afuera de las instalaciones.
Los fantasmas beben cocacola.
No nos queda mucho tiempo.

jueves, 17 de enero de 2013


Dispersos en la selva, desorganizados,
formando un picnic melancólico.
Cruzamos el pantano con una nevera de plástico helatodo
llena de latas de cerveza.
Por el sendero de troncos llegamos a la pequeña cabaña,
nuestro nido de águilas.
De a poco sentimos como si estuviéramos reapareciendo.
Nuestra cama junto a la ventana
y poder ver televisión de la mañana a la noche
al modo de los príncipes persas.
Hay tanto por hacer y tan poco tiempo.
Ser tristes como Beethoven,
pero también ser japoneses en la tristeza.
Nos arreglamos para el desayuno.
Hay tanto por cantar todavía,
tanto que entregarle al mundo.
Sólo dennos 30 o 35 años para recuperarnos.

martes, 15 de enero de 2013

Nuestras madres nos dijeron que algún día...

Nuestras madres nos dijeron que algún día
nos haríamos hombres y mujeres,
que algún día nuestros nombres se encenderían
en la profundidad de la noche.

Sé que las cosas irán cada vez peor, pero no importa
porque también mejorarán.
¿Qué haremos el resto de los días?
Todas las noches me despierto, me pongo mi abrigo
de piel de camello, y camino hasta el farmacity,
entro, compro una cocacola y hago la fila
mientras pienso en todos y en nadie a la vez.

Nuestras madres nos dijeron que los siglos
están de nuestro lado,
que algún día daríamos nuestro mejor concierto
frente a las puertas de los garages
hasta que las estrellas hayan huido.

Amiga mia, no quisieras, a veces
vivir para siempre?